( Edward Hopper - Habitación en Nueva York, 1932 )
No me enseñaron a caminar. Aprendí sola.
Mi madre estaba cerca y dice que de pronto
simplemente comencé a caminar. Desde entonces
no he parado. Aprendí a sentirme bien conmigo misma
a transitar con la frente en alto y bien segura.
No comprendo entonces la razón de mi cobardía.
Como si por dentro te digo se acabó
y por fuera, continúa la incertidumbre.
No debería preocuparme
-a estas alturas de la vida- absurdo.
Un cubierto menos en la mesa.
Una silla menos que ocupar.
Ya no es necesario un mantel con varios cubiertos.
Los hijos crecen y se van. Conclusión:
menos servicio por limpiar. Hoy
solo me acompaña un jarrón con flores frescas.
Silenciosa compañía.
( El árbol de la vida - Leonora Carrington)
Intento sobrevivir
como tú, como tantos.
Algunas veces me camuflo tiñendo las canas
otras , me confundo con más arrugas en la piel.
Intento esperar generosidad de la vida.
¿Será posible engañar su aguda mirada?
Dedicado in memoriam a mi padre (13/09/1923 - 24/10/2022)
Cuando meses atrás escribí estos versos. Pensaba. Imaginaba, que compartiríamos todas las fechas de fin de año, que lograrías llegar a tus cien años. Faltaba un año y el tiempo pasa tan rápido, pero la vida tiene todo predestinado y nuestros pensamientos y sueños son solo eso: sueños y pensamientos.
Padre:
tomaste tu bastón, tu boina,
el cansancio de tus días y
saliste a caminar por calle Palqui.
¿Recuerdas cuando era pequeña y tú
fuerte, altivo ocultabas tus cicatrices, pero
después, con el paso del tiempo
me contabas de tus heridas?
Has vivido tantas vidas en tu pequeño cuerpo
-cada año más enjuto-
aun así
No dejas de sorprenderme padre
y me sonríes porque te sientes como un niño
y tus manos se unen a las mías
cargadas de inocencia.
