Luna de sangre en la ventana.
Otra vez
Tantos designios frustrados.
Tantos
y tantas confabulaciones.
Tantas
Me oculto otra vez.
Siempre
y hablo en voz baja
de algo servirá un eclipse
así el influjo de tu mirada
no llegará
a la luna de mis ojos.
Autor: Tatiana Aguilera. Año 2022. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional .
¿Y por qué no ha de llegar?
ResponderEliminarBesos.
La luna de sangre sabe lo que dice. Y lo que calla. Abrazo bien grande, amiga del ocaso.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSalió dos veces el mismo comentario así que borré uno: abracísimo y gualdo.
ResponderEliminarVengo a devolverte la visita. La luna siempre llega, la luna y lo que representa y calla no nos deja nunca. Un abrazo
ResponderEliminarUn placer el conocerte y leerte
ResponderEliminarBellísimo poema, Tatiana, que mira en el corazón de la luz y del silencio para apagar desvelos innecesarios y ocultarse...
ResponderEliminarUn abrazo grande, feliz de haberte leído el poema.
Teo
Hay influjos no deseados.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tal vez sea bueno que llegué el influjo de esa mirada.
ResponderEliminarUn abrazo.
La luna y sus influjos...
ResponderEliminarSaludos
Me ensalma la metáfora del eclipse como soslayo, desvío de su mirada de influjo. Un abrazo. carlos
ResponderEliminarPrecioso tu decir,me alegra descubrirte!!
ResponderEliminarA veces es necesario eclipsarse.
ResponderEliminarBellísimo poema.
Abrazo.
Un hermoso poema. Lo malo del eclipse para este caso es que no dura para siempre, así es que esa mirada está condenada a llegar a destino.
ResponderEliminarUn gran abrazo!
hay que aprender a vivir con esas frustraciones, no confío en lunas rojas.
ResponderEliminarCuantas veces deseamos que alguien especial si nos eclipse los ojos, y luego el cuerpo entero y además el corazón… hasta oscurecerse completo el universo y nosotras ensimismadas sintiendo la luz encendida y vibrante del amor… en el centro del alma. Pero el misterio de la vida, a tramos, nos mantiene así, tan solo soñándolo y susurrándonos a nosotras mismas nuestros deseos e intentando ser racionales en la cotidianidad para no sucumbir a la melancolía. Paciencia y confianza que los caminos de la vida parecen una selva, pero son milimétricamente exactos, y nuestra burda naturaleza, excesivamente inquieta. No hay que esconderse del amor, ni de los influjos, tan solo vivir la noche oscura y luego el amanecer de conocernos bien, amarnos mucho con todos nuestros aciertos e inexactitudes, saber lo que queremos y con quien lo queremos compartir.
ResponderEliminarUn gusto descubrirte y sentir un poco de cada corazón humano en tus poesías. Saludos, Paty