( Wladimir Kush )
Te prometí querido hijo
repartir caracolas en tus manos.
Sé que te gustan, en ellas
siempre has encontrado refugio.
A mí, también me gustan
porque escucho el sonido de los mares, pero
el tiempo pasa, hijo, y
van quedando menos caracolas.
Cada vez cuesta más encontrarlas en las playas.
Son muchas personas que se las llevan
supongo, por similares motivos al tuyo y al mío.
¿Sabes, hijo mío?
Debes aprender a vivir en la arena de mar.
No siempre un nautilus vive en lo profundo.